Cualquier medio parece bueno hoy en día para difundir una serie de rumores sobre los gatos.
Así, en la calle, los parques, las redes sociales, etc., nos topamos frecuentemente con mitos, que, como tales, carecen de fundamento.
Los “expertos” en rumores nos dirán que los gatos siempre caen de pie, que las gatas deben parir al menos una vez en su vida o que perros y gatos no pueden convivir en paz.
Hoy repasaremos algunas de las afirmaciones falsas más conocidas para comentarlas y tratar de desmentirlas.
DESMONTANDO FALSOS MITOS
Nuestro objetivo es hacer justicia a la verdadera naturaleza de los felinos y verlos como realmente son, ni más ni menos.
1. LOS GATOS NEGROS TRAEN MALA SUERTE
Esta es una afirmación totalmente falsa y entenderás el porqué de la mentira después de leer las siguientes pinceladas históricas:
Aunque los gatos se cuentan entre los animales de compañía más populares y apreciados por los humanos, a los de color negro, la leyenda les colgó durante mucho tiempo el sambenito de la mala suerte.
Adorados en el Antiguo Egipto y apreciados por los griegos, su prestigio fue cambiando de rumbo hacia la Edad Media, con la caza de brujas y la peste negra.
A fines del siglo XII se inició la primera inquisición en el sur de Francia, con el objetivo de combatir la herejía y la brujería. A las mujeres que no seguían el dogma se les consideró brujas. En ese tiempo también a los gatos se les empezó a considerar sospechosos. Pronto empezó a correr la leyenda de que los gatos eran brujas encubiertas.
En el siglo XIII, el papa Gregorio IX escribía que los gatos y el diablo estaban asociados, pensamiento que fue calando entre la población, que poco a poco fue exterminando a los gatos.
Este prejuicio se afianzó en el siglo XIV, cuando se les relacionó con el origen de la epidemia, que por aquellos tiempos hacía estragos en el continente europeo.
Dicen que la ignorancia es osada y, en este caso, cruel e injusta ya que, tras el exterminio de una gran cantidad de gatos negros, se descubrió que los verdaderos transmisores de la peste eran las pulgas de los roedores que, precisamente, se encargaban de cazar los gatos.
Por fortuna, hacia el siglo XVII, los gatos empezaron a reconquistar el prestigio perdido.
En la actualidad, existen zonas donde se asocia la buena suerte con los gatos de color negro. Los escoceses creen que tener un gato negro en el hogar es sinónimo de suerte; los japoneses consideran que su influencia es positiva y los aconsejan a las mujeres, como una especie de amuleto de la suerte para encontrar el amor.
Quienes conviven con un gato negro nos cuentan que su experiencia nada tiene que ver con las falsas leyendas y que estos animales les proporcionan un sinfín de experiencias gratas y entrañables.
2. LOS GATOS SON ARISCOS
Este es un prejuicio tan extendido como falso y explicaremos las razones:
No podemos comparar la forma de ser de los gatos con los perros, por ejemplo, y pretender que se comporten igual, cuando sus genes y su herencia son diferentes.
No olvidemos que los gatos aún conservan el instinto salvaje de sus antecesores, y como tales, les encanta sentirse libres, olfatearlo todo y hacer los ademanes propios del cazador.
Como todo buen cazador, su territorio es sagrado y lo marcará y defenderá ante los intrusos que osen ocuparlo.
Es cierto que los gatos pueden parecernos a menudo huraños, pero esta conducta es consecuencia de una concepción jerárquica distinta a la de los perros e incluso a la de sus humanos.
Para el perro, el humano es su jefe siempre; para el gato unas veces el jefe es él y otras pueden serlo algunos de sus compañeros humanos.
La jerarquía de los gatos es por tanto relativa y dependerá del lugar, el momento y la situación. Un gato puede mantener la posición de líder por la mañana y dejar que otro le tome el relevo por la tarde.
Es curioso, pero hasta hace poco no se consideraba al gato como una especie social. Es decir, se creía que no formaba una relación estable como la que tienen los perros con sus cuidadores.
En la actualidad se defiende la idea de que los gatos, especialmente los domésticos, pueden incluirse en los grupos de animales capaces de establecer jerarquías similares a las especies sociales.
Nuestro gato acudirá cuando lo desee, pero olvidémonos de tenerlo a nuestra disposición las 24 horas del día, porque esa no es su naturaleza.
Todo lo expuesto no quita que nuestros gatos sean capaces de devolvernos con creces todo el cariño que les prodiguemos.
3. LOS GATOS SON TRAICIONEROS
Quien diga que un gato es traicionero, lo juzga desde su propia perspectiva de humano, que nada tiene que ver con la idiosincrasia del felino. Las pretensiones de los gatos no van por los derroteros de la traición. Es algo que no tiene nada que ver con su naturaleza.
Los gatos son animales a los que se ha intentado domesticar, pero que aún conservan las características propias del cazador solitario.
Que sea solitario no quiere decir que no pueda ser sociable.
Su instinto cazador y su inclinación por defender su espacio propio lo llevan a evitar el contacto con otros animales o humanos desconocidos para él.
El gato no es traicionero, simplemente desconfía de quienes pueden quitarle alguna de sus “presas” que, aun siendo domésticos, conservan en su imaginario salvaje.
4. LAS GATAS DEBEN PARIR, AL MENOS UNA VEZ EN LA VIDA
Quizás pensando que así se les hace un favor, hay quienes todavía creen que las gatas, para ser felices, deben parir por lo menos una vez en la vida.
Posiblemente sería bueno si vivieran en un hábitat donde reinara la armonía y se produjera un control natural de la población felina.
Pero hoy en día, y dadas las circunstancias, la afirmación inicial es uno de los tantos mitos falsos que pululan por doquier.
Para sentirse mejor, una gata no tiene por qué parir.
Al contrario, vivirá mejor si la esterilizamos, ya que con ello la protegeremos frente a tumores de mama o de útero; evitaremos el marcaje en casa, las escapadas en busca de algún macho callejero que pueda dejarla preñada, las infecciones y los maullidos desbocados.
La realidad es que hoy en día existen infinidad de colonias de gatos callejeros que viven en pésimas condiciones y con la posibilidad de transmitir diversas enfermedades, algunas de ellas de consecuencias muy graves.
Por estas y muchas razones más, los veterinarios aconsejan siempre la esterilización de las gatas antes del año de edad.
5. LOS GATOS PUEDEN Y DEBEN BEBER LECHE DE VACA
Aunque en los dibujos animados hayamos visto infinidad de secuencias en los que los lindos gatitos se alimentaban prácticamente de leche, aquí nos topamos con otra creencia errónea.
Quienes abogan por darles leche a todos los gatos, ignoran que muchos de estos animales son intolerantes a la lactosa. En estos casos, la leche y otros derivados lácteos pueden convertirse en un tóxico y ocasionarles trastornos gastrointestinales.
En general, los gatos adultos carecen de lactasa, una enzima que es la responsable de degradar la lactosa contenida en la leche para facilitar su digestión.
Al igual que ocurre con los bebés humanos, los gatitos poseen esta enzima mientras son lactantes, pero la van perdiendo tras el destete.
Sólo tenemos que recordar que los gatos son animales carnívoros, y la leche está indicada especialmente en la etapa de lactancia, cuando su alimento principal es la leche y no la carne.
6. LOS GATOS SIEMPRE CAEN DE PIE
No siempre pueden caer de pie ni salir ilesos tras una caída.
Los gatos son muy flexibles y cuentan con el reflejo del enderezamiento, que desarrollan a partir de las tres semanas de vida.
A una determinada altura, suelen adoptar la postura adecuada para amortiguar el impacto y caer de pie.
A menor altura, tienen menos tiempo de girarse sobre sí mismos para aterrizar a cuatro patas. Curiosamente, en estos casos suelen sufrir más daños que en accidentes de mayor altura.
De todas formas, aunque caigan de pie, y sea cual sea la altura, los gatos pueden lesionarse.
7. GATOS Y PERROS NO PUEDEN VIVIR JUNTOS
«Como el perro y el gato” es la expresión que suele decirse cuando dos seres se llevan mal y que, a nuestro parecer, carece de fundamento.
Seguro que habrá gatos y perros incompatibles, igual que ocurre entre algunas personas, pero también los hay que se dan compañía y son grandes amigos de juegos y travesuras.
En todo esto tiene mucho que ver la educación que han recibido los animales.
Un gato que ha sido socializado desde cachorro y ha aprendido a convivir con un perro, lo verá como parte de su familia y no tendrá ningún problema en aceptarlo.
También se rumorea que los gatos: provocan asma, no son fieles, no deben convivir con mujeres embarazadas, suponen un peligro para los bebés, no necesitan vacunas ni cuidados, tienen siete vidas, siempre que mueven la cola es porque están felices, arañan todo lo que se pone en su camino, ven perfectamente en la oscuridad… En definitiva, falsas creencias, que sólo con matices se acercan a la realidad de nuestros gatos.
Para salir de dudas, lo mejor es tener un gato en casa y descubrir en persona su verdadera idiosincrasia. Con esta experiencia, muchos de los mitos citados caerán por su propio peso.
¡Disfruta de tu gato, sin prejuicios, pero con conocimiento!