La compañía familiar dedicada a la salud y el bienestar animal vio multiplicada por cuatro la venta online durante los primeros días del Estado de Alarma y, en su apuesta por apoyar el negocio local, crearon un sistema para compartir el beneficio con el punto de venta habitual. Hablamos con Josep Fortunet, Responsable de comunicación de Gosbi Pet Food S.A., sobre la iniciativa #ComercioLocalEsVital.
¿En qué consiste esta iniciativa y de qué manera se está implicando Gosbi en ella?
Responde a la voluntad de defender el comercio local en un momento crítico que lo ha situado al borde de la extinción. El auge del comercio online y el cierre obligado por la pandemia han formado la tormenta perfecta a la que será difícil sobrevivir, muchos comercios no tardarán en bajar la persiana para siempre. La implicación de Gosbi en la defensa de este modelo de comercio es integral. Desde el inicio de nuestra actividad y hasta el día de hoy nunca hemos vendido nuestros productos en supermercados ni en los gigantes del comercio online, si no en tiendas para mascotas y clínicas veterinarias. Son nuestros compañeros de viaje y no vamos a dejarlos de lado ahora que necesitan ayuda.
Fomentan el consumo local y están ayudando al pequeño comercio, pero a la vez tienen una eccomerce completísima. ¿Son compatibles ambos canales de venta?
El comercio digital es una realidad que está aquí para quedarse, tiene unas ventajas para el consumidor que lo convierten en imprescindible, pero el escenario actual dominado por gigantes del comercio online presenta un gran peligro. Pagan menos impuestos y parten de un modelo de negocio basado en el trabajo precario para poder ofrecer mejores precios. Nuestro modelo de omnicanalidad se basa en poner el producto a disposición de todos, favoreciendo la venta en las tiendas físicas, pero dando una opción a aquellos que no tienen cerca un punto de venta o necesitan una entrega a domicilio.
¿Hacia dónde creen que evolucionará el futuro del comercio?
Si las autoridades no son capaces de pararles los pies a los gigantes digitales el futuro del comercio estará marcado por la precariedad en el empleo y por la pérdida de opciones. El consumidor quizá no se da cuenta, pero nos están aplicando la ley del embudo. Por un lado tenemos millones de consumidores, por el otro, miles de productores y en medio tan solo unas pocas cadenas de distribución y grandes plataformas de venta online que marcan las reglas del juego. Tenemos una gran oportunidad para evitar esta encerrona si establecemos una alianza entre el pequeño comercio y los productores. De hecho, estamos en el mismo lado del embudo y debemos cooperar. Vale la pena reflexionar sobre el futuro que queremos y actuar en consecuencia. Del fruto de esta reflexión nace nuestro activismo en defensa del comercio local.
¿En qué se concreta su propuesta para defender este modelo de comercio?
El comercio de proximidad se enfrenta a una crisis que puede hundirle si no cuenta con una nueva fórmula para atraer y fidelizar a los clientes. En un contexto tan competitivo, el comercio local puede sobrevivir gracias a sus dos activos más preciados: los clientes fieles y los productos exclusivos y diferenciales. Y en los productores está la clave. Hacen falta empresas valientes que apuesten por el comercio tradicional como canal de distribución y que valoren su poder de recomendación y experiencia en el trato con el cliente, siendo este, su gran valor añadido. Hay que dar protagonismo a las marcas que han sido capaces de encontrar soluciones novedosas para vender sus productos online sin necesidad de recurrir a los gigantes digitales. Aquí se presenta una gran oportunidad, tanto para productores como para comercios, de beneficiarse juntos de este modelo de digitalización. Confiamos de tal manera en esta idea que vamos a darle forma concreta bajo las siglas UP&RAN, una alianza entre productores y comercio minorista unidos por la recomendación y la exclusividad de distribución, que más que digitalizar el modelo tradicional, su objetivo es ayudarle a reinventarse sin excluir a nadie. Es decir, mejorando sus capacidades logísticas y ofreciendo nuevas herramientas que complementen lo que mejor saben hacer, asesorar a sus clientes en las elecciones de compra.
¿Cómo valora el papel de los organismos públicos en la defensa del pequeño comercio?
Sinceramente creo que el estado está maltratando al pequeño comercio y que más allá de alguna campaña de promoción no se puede esperar gran cosa de su parte. No se trata de reclamar ayudas económicas, el déficit y la deuda publica ya son suficientemente enormes, sino de que sean capaces de establecer políticas valientes contra los abusos de los gigantes digitales para que no siga creciendo la desigualdad económica. Hay que valorar el perjuicio colectivo en el que está basado su modelo de negocio, caracterizado por la elusión de impuestos optimizando fiscalmente la ubicación de sus sociedades. Los impuestos que no pagan son la precariedad de nuestros hospitales, que sin duda ha sido una de las claves que ha convertido la pandemia en una tragedia nacional. Y aquí la triste paradoja, que hayan sido estas empresas las grandes beneficiadas por la situación generada por el confinamiento, aumentando espectacularmente sus cuotas de mercado.
¿Por qué consideran tan necesario este tipo de comercio?
Para mantener las ciudades vivas, seguras y amables. Comprar en tiendas locales es casi un compromiso cívico puesto que constituyen un elemento esencial en el equilibrio de un municipio. El dinero gastado en estas tiendas contribuye a la prosperidad económica de nuestro entorno más próximo. Como consumidores debemos ser conscientes del poder generador de riqueza que tiene cada una de nuestras compras. Y usar este poder para mejorar nuestro territorio. Y si además disfrutamos de una atención personalizada y de productos de calidad, veremos que vale la pena comprar a pie de calle.
Además de la iniciativa #ElComercioLocalEsVital, están contribuyendo con las protectoras de animales. ¿Cómo surgió la posibilidad de ayudar?
Cuando empezó el estado da alarma la situación era dramática, el confinamiento impedía a los voluntarios llegar hasta las protectoras y estas sufrieron un gran descenso en las aportaciones de alimento que solían recibir hasta antes de la crisis sanitaria. Conscientes de la gravedad del problema activamos de forma urgente un reparto de 70.000 kilos de alimento entre más de 230 protectoras de toda España, lo que representa 280.000 raciones para alimentar a 10.000 perros durante un mes. Sentimos admiración por las personas que forman las protectoras, por la gran labor que realizan ofreciendo la oportunidad a los animales abandonados de encontrar de nuevo una familia. Por esto queremos seguir estando cerca y ayudar a estos héroes en un momento tan delicado como el que hemos vivido.