Los animales no son recursos a nuestra disposición, requieren de nuestro tiempo, amor y cuidado. Si vamos a compartir nuestra vida con ellos debemos hacerlo desde la sensibilidad y la conciencia.
Si aprendemos a interpretar las señales con las que nos comunican su felicidad, sus preferencias y lo que les molesta, conseguiremos fácilmente su bienestar físico y emocional.
La fuerza curativa del vínculo emocional entre humanos y animales es indiscutible, los beneficios de la convivencia con animales en nuestra salud mental y sus efectos en nuestra calidad de vida son incontestables.
Reivindicamos el derecho que los animales tienen a ser parte de la sociedad y de ser moralmente tomados en cuenta en cada decisión que los afecte, y avanzar hacia la normalización, accediendo a los mismos lugares y ámbitos que están a disposición del resto de miembros de la familia.
Los niños de hoy son el futuro de mañana. Es necesario que la educación en la empatía hacia los animales forme parte de la educación, y garantizar la adquisición de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y los derechos de los animales.
En la sociedad de consumo los animales domésticos “mascotizados” se convierten en productos de mercado que pueden sufrir los usos propios de la mentalidad consumista. Para invertir esta situación hay que redefinir nuestras concepciones y relaciones con los animales a partir del reconocimiento de que son seres vivos.
Los animales son seres sensibles con unas necesidades concretas. Debemos desmontar la idea de la propiedad privada de éstos y sustituirla por la tutela y el cuidado.
Hay que erradicar el sacrificio sistemático de los perros abandonados. Ninguna empresa sin un código ético de conducta basado en el bienestar animal debería estar autorizada para gestionar la recogida de animales abandonados.
Las cifras de abandono de animales siguen siendo año tras año muy alarmantes. Es necesario entender qué motivos llevan al abandono, generar una conciencia social de rechazo y proponer soluciones para poder evitarlos, como impedir los regalos impulsivos y las camadas no deseadas.
Estamos irremediablemente vinculados a la naturaleza y este contacto es esencial para un desarrollo psicológico y físico en plenitud. Hay que modificar la percepción cultural que nos lleva a los humanos a visualizar la naturaleza como un recurso propio de explotación sin límites, y cuidarla y respetarla.