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A través de la historia, la conexión entre los seres humanos y los animales ha sido una de la relaciones más exclusivas y duraderas del mundo. Este lazo especial beneficia tanto a los seres humanos como a los animales de compañía y va más allá de un simple compañerismo. Las personas ven a sus animales de compañía como miembros importantes de su familia: son amigos, compañeros y protectores. Se les ve como fuente de amor, seguridad y alegría para los seres humanos y como nexo para la convivencia  en las  comunidades.

Biológica, física, psicológica y socialmente, el hombre moderno es similar a aquel hombre primitivo que sincronizó su ritmo biológico con la naturaleza por pura supervivencia. El avance industrial y tecnológico ha alejado al hombre de su entorno vinculado a la naturaleza, produciendo un entorno de más aislamiento y estrés. Posiblemente el ancestral amigo, el animal, puede resultar un aliado que ayude a restablecer este equilibrio y los estudios recientes demuestran descargas bioquímicas (principalmente oxitocina y arginina vasopresina) en la creación de los lazos entre los seres humanos y los animales que protegen de los efectos debilitantes del estrés a largo plazo. Aún falta mucho trabajo de investigación en esta área para revelar la base biológica de la relación hombre-animal.

Cada vez más estudios científicos proporcionan evidencias interesantes de que los animales de compañía podrían promover una mejora en la salud física y psicológica de sus dueños; incentivar el desarrollo socio-emocional de los niños; mejorar el aprendizaje en clase; mejorar la eficiencia y la fidelización en el puesto de trabajo; facilitar estilos de vidas más activos y saludables; ayudar a mantener o a mejorar la funcionalidad de las personas mayores y proporcionar un respaldo emocional en una amplia serie de contextos en los que la vida se torna desafiante.

Los animales de compañía de diferentes especies ya se han instalado en casi la mitad de los hogares españoles (48,7%) mientras que un tercio de los hogares posee por lo menos un perro. Esta tendencia está en auge debido al aumento de la sensibilización hacia los animales por parte de las generaciones más jóvenes, pero también por el aumento del segmento de la población de tercera edad que encuentra en el animal de compañía una razón de existir.

Desgraciadamente, la integración del animal de compañía en la vida diaria todavía deja mucho que desear por las numerosas barreras sociales y legales que el ciudadano encuentra a la hora de acceder con la animal de compañía a diversos establecimientos, medios públicos de transporte, playas, parques etc. o convivir en residencias de ancianos o en albergues para víctimas de violencia de género.

Fuente: «El animal de compañía en el ámbito familiar y socio-sanitario” Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE)