Los parásitos externos son pequeños huéspedes que se alojan en las distintas capas de la piel de los perros. Además de ser molestos para el animal, pueden provocar lesiones de distinta gravedad, tanto por una reacción alérgica por parte del perro, como por la transmisión de enfermedades de las que son potenciales portadores, como por ejemplo la leishmaniosis o el gusano del corazón. Normalmente hay mayor presencia de estos organismos en primavera y verano, pues se dan las condiciones idóneas para su proliferación. En fases tempranas, generalmente causan picor y molestias, pero si esto se agrava, pueden conllevar problemas más serios que pueden comprometer la salud del animal.
Los principales parásitos externos que afectan a los perros son los ácaros, pulgas, garrapatas, mosquitos y flebótomos.
Pulgas
Son insectos muy pequeños con el cuerpo aplanado de color marrón o negro, que se mueven rápidamente por el cuerpo del animal, por lo que generalmente se detectan por la suciedad que dejan en el pelaje, fruto de sus excrementos. Sin embargo, cuando el perro es de color oscuro su detección resulta más complicada. El clima cálido y húmedo favorece el desarrollo de las pulgas que pueden llegar a ser un problema estacional o permanente según el clima.
Las pulgas pueden provocar irritaciones y sensación de picor y malestar, lo que supone que el perro se esté rascando continuamente, desencadenando infecciones cutáneas. Los animales más jóvenes o de tamaño pequeño que sufren infestación de pulgas pueden padecer anemia. Una infestación puede suceder relativamente rápido, pues cada pulga puede poner entre 300 y 400 huevos.
Pueden transmitir enfermedades infecciosas y parasitarias a mascotas y en raras ocasiones a personas. Los daños más habituales son picor e irritabilidad en el animal, y si éste es alérgico producen DAPP (Dermatitis Alérgica por Picadura de Pulga), dando lugar a la inflamación en la piel, mucho picor y caída del pelo.
Garrapatas
Las garrapatas, a diferencia de las pulgas que se desplazan por la piel, se incrustan en ella para alimentarse de la sangre del animal. Su mayor gravedad es que son portadoras de muchas enfermedades, de las cuales algunas pueden ser muy graves. Las más habituales son la enfermedad de Lyme o la piroplaxmosis o babesia, enfermedad que si no se trata a tiempo puede ser mortal ya que los parásitos atacan los glóbulos rojos de la sangre, pudiendo llegar a afectar los órganos vitales.
Normalmente aparecen y proliferan con la llegada del calor y la humedad, condiciones óptimas para su desarrollo. Les gustan las orejas y el cuello del perro, aunque pueden encontrarse en cualquier lugar, y ubicarlas es relativamente fácil al tacto. Cuando localicemos la garrapata hay que extraerlas correctamente, pues de no ser así, puede quedar parte del insecto dentro de la piel del animal, provocando infecciones. Para sacarlas hay pinzas especiales, o si no se puede acudir al veterinario.
Ácaros
Los ácaros son parásitos microscópicos que se establecen sobre la piel del perro y pueden provocar enfermedades como la sarna. Existen tres tipos de ácaro que afectan a los perros, uno de ellos presente en las orejas, y los otros dos en la piel, produciendo los dos tipos de sarna canina: la sarcóptica y la demodécica.
Este parásito conlleva irritación en la piel, pérdida de pelo y costras. Si la enfermedad no se trata puede causar trastornos internos más graves.
El ácaro de la sarna sarcóptica, produce la sarna y consecuentemente que el perro de rasque de manera muy exagerada. Los ácaros de la sarna demodécica no son tan contagiosos como los primeros, pero cuando la población de estos organismos aumenta, produce la enfermedad de la sarna demodécica, que puede ser localizada o generalizada. Cuando ésta es localizada puede aliviarse de manera relativamente fácil, sin embargo, si es generalizada es un problema mayor que puede acabar con la muerte del animal. Los primeros síntomas son la pérdida localizada de pelo, y con el tiempo esto puede derivar en complicaciones colaterales como la infección bacteriana de la piel o pioderma, dando pie a la inflamación de ganglios, supuración y mal olor.
También hay los ácaros de las orejas, más similares al ácaro de la sarna sarcóptica, y tal y como indica el nombre, están localizados en las orejas del animal. La presencia de estos organismos conlleva a un picor intenso, que el perro intentará aliviar con rascadas que pueden acabar en lesiones.
Flebótomos y mosquitos
Los mosquitos son otro de los parásitos externos que pueden afectar a los perros. Agujerean la piel del animal para poder alimentarse de su sangre, y pueden transmitir enfermedades a los perros, algunas de ellas tan graves como el gusano del corazón. Los flebótomos son mucho más pequeños que los mosquitos, pero se alimentan de la misma manera, y éstos son transmisores de la leishmaniosis.
¿Cómo evitarlos?
Tratamiento de parásitos externos
Como cualquier tratamiento siempre debe ser bajo supervisión veterinaria. Existen muchos productos en el mercado tanto para evitar la presencia y colonización de parásitos externos, así como muchos tratamientos de diferentes formatos y duración.
Una correcta higiene del animal, así como de su entorno también será un factor determinante a la hora de prevenir la aparición y proliferación de estos insectos. Esto incluye sus juguetes, su cama y los sitios donde suele acostarse. En general, se recomienda una limpieza en profundidad de toda la casa para así asegurarnos que eliminamos tanto los parásitos como sus formas larvarias, que pueden estar en los rincones más insospechados.
Para evitar los parásitos externos, existen diferentes métodos preventivos, que bajo recomendación veterinaria pueden ser determinantes para evitar plagas en los animales. Son de diferentes formatos y duración, y algunos son más efectivos que otros.
Espráis repelentes para perros
Los espráis antiparasitarios se aplican sobre el cuerpo del perro, camuflando su olor y actuando como repelente frente a parásitos externos y reduciendo la probabilidad de picadura. Los espráis antiparasitarios deben usarse como complemento a otros métodos más efectivos.
Collares antiparasitarios para perros
Los collares antiparasitarios para perros se colocan en el cuello del animal, y liberan sustancias antiparasitarias que actúan como repelente de ácaros e insectos que se alimentan de la sangre. Tienen efecto de varios meses y su eficacia depende de la marca, por eso se recomienda siempre consultar al veterinario y dejarse aconsejar para saber cual es el más indicado según cada animal.
Pastillas antiparasitarias para perros
Las pastillas antiparasitarias son un método bastante invasivo ya que contienen unas sustancias que, tras ser ingeridas, se distribuyen por el cuerpo del animal hasta llegar a la piel. Estas sustancias son tóxicas para los parásitos que se alimentan de la sangre del animal, por lo que una vez pican al animal, no tardan en morir. El problema de las pastillas es que no evitan la picadura, y solo reduce la posibilidad de la transmisión de enfermedades, por lo que se recomienda combinarlas siempre con otros métodos como el collar y las pipetas.
Pipetas antiparasitarias para perros
Las pipetas antiparasitarias son cápsulas con líquido repelente de parásitos externos que se aplica directamente en el dorso del perro ya que es el único lugar al que no puede acceder con la lengua. El líquido se absorbe y actúa como repelente durante un periodo de tiempo determinado, que suele ser de un mínimo de un mes.